Miedos

Hace algunos años era un niño prepotente y solo; no tenía amigos, bueno, tal vez los tenía pero no los consideraba mis amigos; me aburría muchísimo y desarrollé un terrible miedo a la soledad.

Me aterrorizaba la idea de morir en una fría cama sin que a nadie le importara, no tener familia, ni amigos, ni siquiera un perro porque NO ME GUSTAN LOS PERROS y que cuando alguién que me hubiera conocido se enterara no le inspirara más que lástima.

Me asustaba la idea de no trascender, de no dejar huella en nadie, algo que dijera que fuí parte de este mundo terrenal, alguien que se acordara de mí y sonriera.

Después crecí, conseguí amigos, dejé de preocuparme tanto por lo que pasaría cuando no estuviera y empecé a preocuparme por mi vida, puse a mis amigos sobre todas las cosas y me plantee un objetivo; ser feliz. Ahora mi miedo era fracasar.

Hoy estoy enamorado, una mujer es, en todo el sentido de la palabra, mi dueña, y soy totalmente feliz a su lado. Hoy mi miedo es perderla y no lograr reconquistar la felicidad que alcanzo en sus brazos, nunca olvidarla y que ella me olvide a mi.

Pero mi mayor miedo es que mis miedos dejen de servir de motor y se conviertan en prisión.